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Mostrando las entradas de 2009

l e g a d o

En el depósito encontraron tres papeles gigantes uno, cubierto de letras góticas se dice que mentían una diminuta historia de amor otro, que dejaba traslucir al primero debajo, un papel más rígido de tanto moho y tierra, sostuvo el retrato de nuestra juventud -ellos dicen que nunca estuvimos juntos-. No pudimos resolver el enigma. Los vecinos nos dieron por muertos. Nosotros leímos la historia contada al revés.

hoy no te duele tanto

postales

"Me asustaste de nuevo" No te das cuenta, me preocupo a cada hora como madrecita empecinada en criarte-bien. "¿A qué hora dijiste?" llevo esperando tic-tac tic-tac Los nenes están allá, mirándome, curiosos, por mi cara de mojigata que se quiere ver atractiva. Nos mojamos y nos besamos en ese callejón tan iluminado, ¿qué raro no?

Esta Vez

solo soy yo a veces durante un frío rayo del sol frente al río entre frazadas a veces distante e inmadura ausente y llamo y me dejo ser cualquiera por la mañana con la oscuridad sobre rostro anochece y me cambio el vestido. Un reloj guarda las manchas acompasadas de mi voz ahora infrecuente.

abril

Recuerdo sus ojos tan acabado y sencillos y muriéndome ocho veces más se hace presente la desdicha y el infortunio de esos ojos cuando ya no importa. ¿Olvidará mis ojos siempre? ¿Pondrá de pie sus huesos y hará que el recuerdo sea solo mío? La amada codicia su sueño realizado, advierte la tristeza eterna que le espera cuando al dar otra vuelta, caiga sin sentido.
Allá estaba en el tiempo, dormida en tantos años tristes, que cuando desperté adorada, se me lleno el pecho de excusas y lágrimas doradas. Ay el alma dorada! Opacó la entraña y el aroma parco de las cavidades blandas. Doradita, ahí la vez, pasmada. Se acabó el jugo espeso que encerraba mi morada. Ya no queda destello de mi almita con tanto líquido perdido en la calle del centro cortada. Se desparramó el cuerpo y quedé pertrecha de ropas al aire libre.

mi bien

adónde dónde está mi bien mi bien astuto, sencillo, apacible dónde adónde habrá mi bien sepultado la risa que ofrecí sedosa, cautiva de una objeción sincera y provocadora, mi bien adónde dónde mi bien me ve.

09

Este grito que se externa no te llega date vuelta Atrás de tus ojos ni cornea ni nervio óptico ni pupila dilatada sino el arco que transforma esa mirada en sinuoso cortejo hacia el rostro amante.

Este estado de pequeña gracia que nos toca

Quédese: acaricie esa mano y vuele debajo de sus dedos que lo asumen propio y nuestro. Apóyese sin cuidado en la cintura, no acomode nada y estremezca entre sus piernas el cabello de su joven. Ella no espera ninguna indicación y se acerca con prensencia, asentada entre sus dedos que le enseñan un vaivén circunstancial. Deja... canta... estropea unos lazos que habíamos colgado para la cena. Quédese cerca y no se engañe. Esforcémonos por enojarnos y no conciliar ningún otro encuentro. Más allá parecía nublado y nosotros acomodados nos placía el desencuentro. Quédese acá y termine su inquisición, no me deje con las manos desabridas y con el cuerpo facultado de dolor.

De la mediocridad, de la contemplación

Nos sentaremos y no podremos administrarnos la dosis de café necesaria para el insomnio. Qué verguenza, se decía él tratando de esquivar esa sonrisa boba, y de frente al señor de muñeca ágil para el entuerto de mesas. No hay más café. La avenida nos ruega salir y descansar sobre el cemento del monumento en andas. Hay más habitaciones disponibles sin nosotros: estos cuerpos enlodados antes de la seca y puestos a flotas ante tanta ausencia.

Cerca

Acá, aquicito nomás, mire usted, hasta donde le den los ojos e impresione su sentido más austero y perimido en las vueltas de la calesita.

Continuidad, esbozos de algo que se viene

La verdad me expandió el almita y escribí poco para que no se me salga lo de adentro. Adentro y poco es Afuera y mucho. Y escribí: "Dame luz y silencio". Anoté las palabras que salieron a la nochecita ante el impacto de tu cuero pálido.