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Mostrando las entradas de febrero, 2009

09

Este grito que se externa no te llega date vuelta Atrás de tus ojos ni cornea ni nervio óptico ni pupila dilatada sino el arco que transforma esa mirada en sinuoso cortejo hacia el rostro amante.

Este estado de pequeña gracia que nos toca

Quédese: acaricie esa mano y vuele debajo de sus dedos que lo asumen propio y nuestro. Apóyese sin cuidado en la cintura, no acomode nada y estremezca entre sus piernas el cabello de su joven. Ella no espera ninguna indicación y se acerca con prensencia, asentada entre sus dedos que le enseñan un vaivén circunstancial. Deja... canta... estropea unos lazos que habíamos colgado para la cena. Quédese cerca y no se engañe. Esforcémonos por enojarnos y no conciliar ningún otro encuentro. Más allá parecía nublado y nosotros acomodados nos placía el desencuentro. Quédese acá y termine su inquisición, no me deje con las manos desabridas y con el cuerpo facultado de dolor.

De la mediocridad, de la contemplación

Nos sentaremos y no podremos administrarnos la dosis de café necesaria para el insomnio. Qué verguenza, se decía él tratando de esquivar esa sonrisa boba, y de frente al señor de muñeca ágil para el entuerto de mesas. No hay más café. La avenida nos ruega salir y descansar sobre el cemento del monumento en andas. Hay más habitaciones disponibles sin nosotros: estos cuerpos enlodados antes de la seca y puestos a flotas ante tanta ausencia.

Cerca

Acá, aquicito nomás, mire usted, hasta donde le den los ojos e impresione su sentido más austero y perimido en las vueltas de la calesita.

Continuidad, esbozos de algo que se viene

La verdad me expandió el almita y escribí poco para que no se me salga lo de adentro. Adentro y poco es Afuera y mucho. Y escribí: "Dame luz y silencio". Anoté las palabras que salieron a la nochecita ante el impacto de tu cuero pálido.