una carta
Amor: De ser posible cubriría la hoja con versos pero están a un lado hoy, en una pila de libros envueltos para la encomienda. Tengo ideas andando en mi cuerpo. Son ideas sobre una desconsiderada maldad de amar, me acompañan, me aturden… Conserva en buen estado esta hoja, cuidame entre las letras, hasta que el sin sentido de las horas que se comprometen para hacernos esperar, nos degluta. No estoy más en mí, sólo como una prosa balbuceante que prolonga el desequilibrio del compás de mis órganos cuando no te veo. Y así el recuerdo y el anhelo de los entuertos que dispusiste a medianoche para que deshaga apresurada en la próxima, me envuelven y depositan entre tus brazos iracundos de ternura. No hay piedad al recordarte. No hay necesidad en los besos sino astucia y sosiego. No necesito tus besos. Ellos me atrapan aguados, ansiosos, fértiles en ahogos diminutos, quieren llegar al cansancio dulce de nuestros cuerpos. Ayer me desperté en esta cama a medias, envuelta en una len