Aquelarre Amazónico


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Hoy domingo 17 de junio se realizó la fiesta de presentación de la revista Amazonas. Participé con la lectura de unos poemas que dejo aquí abajo. El aquelarre incluyó música, poesía, fanzines y danza. No dejen de entrar a una revista que invita a la reflexión y la militacia. ¡Gracias Amazonas!

POEMAS en el AQUELARRE

“erosión”
lamía sus piernas,
se había hartado de mirar
su lengua hoy parecía una mejor opción para conocerlo
lamía los dedos trabajadores
lamía las sienes, los trazos del lápiz, el filo de la mesa y a gatas sudaba y lamía

antes había procurado evitar el cambio
mucho tiempo sospesó sus necesidades y las de él
que contaba cada moneda
que tecleaba letras inconstantes
que roía la cena
y balbuceaba todas las palabras

ella lamía a su alrededor, gustaba los fluidos
lamía la piel profunda  hasta sorber la médula.

“silencio”
en silencio ellos bendicen
su camino
este sinuoso pesar de naturaleza muerta
ellos en silencio funden su cuerpo
no regresarían
ni hoy
nunca

bendecimos nosotros sus nombres
para encontrar en ese cuerpo
a los dos que nos cobijaron
cuando fuimos niños

allá, en el continente perdido
acá, entre las flores del barrio
que colorean la vereda

en silencio nos bendijeron
y por ellos agradezco



… (2012 aprox.)
Me siento a leer en la sillita de mi abuela, afuera los aviones pasan zumbando a lo loco por El Palomar. A veces saludaba al cielo
Me siento con mi abuela a tomar mate amargo
Amarga la vida de ella.
Excepto cuando nos jugaba en el rinconcito del Banco Ciudad a la vuelta de la esquina



“Envolver algunas imágenes” (2014)
Alguna vez se me ocurrió un gesto manso para delinquir con mi enemigo que estaba allí, inerte, de pie, como un clavo.
Alguna vez oí trompetas y trombones, guitarras,  guitarrones, y pensé que las máquinas que contestan el teléfono por vos, repercuten en mí, distorsionando tu realidad.
Alguna vez me fui a San Francisco a parir sin cuidados, por una pena remordida en mi útero, que se desangra mes a mes esperando a que vuelva el niño.
Alguna vez logré pronunciar las cinco vocales del castellano y las hice chirriar entre la almohada y el colchón para que se apague su sonido hasta el silencio.
Algunas veces cuento el cuento de todos nosotros en el encierro que se transmite por cadena nacional a mi barrio.
Se me hace que fueron parte de mi tristeza y no mero capricho, cuando alguien se volcó el vino encima y cundió el pánico escénico en armonía con la disfonía que me sobrevino cuando volví en mí.

"DIARIO"
Oct. 2017
El sexo me ordena: busco, estallo, suspiro y descanso.
Y a la mañana el desayuno.
Sus besos son míos. De vuelta a la carga: desenfreno.
Una herida.
Hiere su sonrisa.

Oct. 2017 (más tarde)
Al menos deberíamos bailar más seguido…
Así me abrazarías fuerte y la imagen tenue del tacto, quedaría en el pasado

Nov. 2017
Era un viernes de primavera, cuando recordé su ausencia, el sudor y la lluvia eterna.
Mientras tanto sirvo esta copa de vino y de a sorbos, seco las últimas gotas, como si extendiera las vocales, para que nunca acabe la canción.


“Auxilio” (2018)
La ciudad se derrite.
Me paso la mano por el pelo mojado.
La ciudad derrite mi cuerpo mojado,
mientras él, se aferra a mí.

Cierro los ojos: 
nuestra ventana.
La recuerdo cerrada, límite de la expresión.
Entonces reaparece el cuerpo entumecido,
llevado por el deseo de atravesar el pueblo.
Recuerdo que así estaba.

Ahora el marco está bañado en polvo de ladrillo
y las rejas corroen el camino de las hormigas.

Me incorporo cada vez que doy un paso.
El calor agobia, resiste.
La planta del pie se ajusta al suelo,
las rodillas tiemblan pero  sostienen
estas caderas, mansas...

Recordaría algo más,
los tablones contra la ventana,
el golpe sinuoso de sus manos en el pecho,
las inscripciones que hicimos juntos,
los bichitos cantando del otro lado.

Caigo en el alféizar.
Desde los postigos,
otros
ven mi vanidad
derrumbarse.

¡No logro sentir mi poesía interior!
Leo y olé.
Me propuse indagar
cierta infamia interna
la inefabilidad
el deseo pudoroso.
Habíamos decidido escribir con monosílabos,
como principiantes.
Pero perdimos la costumbre de encontrarnos a hacer de todo
porque terminábamos haciendo el amor.

El desasosiego de la marcha me corrompe.
Me choco contra la ventana cerrada… no se abre, no se abre, dejame salir, abrime.

de María del Rosario Sánchez

Comentarios

Jorge Curinao dijo…
¡Muy bueno! Saludos.

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